NUESTRA CARGA

“11 Y Él mismo dio: unos, apóstoles; otros, profetas; otros, evangelistas; y otros, pastores y maestros; 12 a fin de adiestrar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo del Mesías, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud del Mesías.” (Ef. 4:11-13, BTX III).

Cuando leemos estos versículos, comprendemos que el Señor se ha dispuesto edificar Su Iglesia a través de Su Palabra; pues, cuando Dios el Padre reveló en Pedro que Jesús de Nazaret era el Cristo, el Hijo del Dios viviente (Mt. 16:13-17), el Señor Jesús complementó aquella revelación prometiendo que Él edificaría Su Iglesia (Mt. 16:18-20).  ¿De qué forma lo haría? Al observar la historia de la Iglesia durante los tres primeros siglos, además de lo que ocurrió en el periodo de la Reforma, nos damos cuenta que esto lo haría a través de las Escrituras. Para lo que daría personas a las que encomendaría para el servicio de la Palabra, detallados como apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros; los que tendrían que equipar, entrenar y adiestrar a los creyentes regenerados por el Espíritu, para que participaran de la obra del Señor y fueran edificados unos a otros, creciendo paulatinamente en la fe y el conocimiento del Hijo de Dios que ha sido dado (Jn. 3:16).

Debido a esto, de lo cual estamos convencidos, es que creemos firmemente que se han de proporcionar las herramientas necesarias para instruir a todos los santos en los temas fundamentales de la fe cristiana, con el fin de contribuir en el camino progresivo de lo que es la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios.

Cabe señalar aquí, además, nuestra certeza de que no hay crecimiento y progreso cristiano si no se toma en serio la Biblia, como la Palabra de Dios. Debido a esto, en cada enseñanza y oportunidad que tenemos, destacamos la importancia de que cada uno de los hijos de Dios conozca las Santas Escrituras, las que –con un corazón humilde y con fe– debemos examinar y escudriñar; ya que, creemos, son la fuente textual que Dios nos ha dado para preservar la Verdad y, mediante el Espíritu Santo y los ministros de la Palabra, ayudarnos a comprenderla.

Creemos que Dios quiso darse a conocer a los hombres y, esto, lo hizo de una forma general (a través de la creación), pero también lo hizo de una forma especial, textual y oficial a través de la historia, lo que ha resultado en la obra inspirada por el Espíritu Santo, es decir, las Escrituras. Mediante la Palabra de Dios y el Espíritu Santo iluminándonos, los creyentes somos equipados para servir en la obra de Dios. Resultado de esto es la congregación de los santos en cada localidad, dedicados a perseverar en la doctrina de los apóstoles, la comunión fraternal de los santos, la cena del Señor y las oraciones a nuestro Dios (Hch. 2:42); siendo el Señor Jesucristo la piedra angular del fundamento de la fe de la Iglesia de Dios (Hch. 5:42). Por lo tanto, leemos con absoluta seriedad la Biblia, considerando las palabras que Pablo –guiado por el Espíritu Santo– le escribió a Timoteo:

«14 Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; 15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,» (2Tim. 3:14-16, RV 1960).

La gracia y la paz de nuestro Dios y Señor Jesucristo, sean con cada uno de los hermanos que con un corazón sincero y humilde, buscan el rostro del Señor, pues al igual que nosotros, buscan saber cómo conducirse en Su presencia. Amén.

Sean todos bienvenidos.

Centro de Equipamiento Cristiano.
Santiago de Chile.