(Texto) II. ¿PARA QUÉ EXISTEN LAS ESCRITURAS Y LOS MINISTROS DE LA PALABRA?
Luego de haber considerado los responsables y la responsabilidad en el ministerio de la Palabra, debemos considerar la razón principal por la que Dios nos ha dado las Escrituras y a los ministerios de la Palabra.
La Biblia nos enseña que ella misma proviene de Dios, quien desde Su interior ha exhalado las Escrituras para los hombres. En un estudio que realizamos sobre Bibliología[1], al considerar las palabras griegas que se traducen como inspirada(s) en 2 Timoteo 3:16 y 2 Pedro 1:19-21, comprendimos que el Origen de las Escrituras es Dios, de Él proceden, Él las exhaló o espiró para los hombres; y además de esto, comprendimos que fue Dios, el Espíritu Santo, el que condujo a hombres imperfectos, los cuales santificó, a escribir Textos perfectos, infalibles e inerrantes. Dios nos ha dado las Escrituras y, también, condujo por dónde Él quiso (sin pasar a llevar las libertades de los hombres, sino en comunión con ellos) a escribir estos Textos. Es por esto y por un sin número de evidencias que lo confirman, que atribuimos a la Biblia ser la exclusiva Palabra de Dios escrita.
Ahora bien, ¿para qué Dios dejó estos Textos? La respuesta es absolutamente teocéntrica, y es que fue para que pudiésemos conocerle y entenderle de forma íntima y especial. Dios ha querido revelarse de forma especial a los hombres, otorgarnos un conocimiento que nos permita saber cómo y quién es Dios, con el fin de saber cómo relacionarnos y caminar con Él.
Dios ha dado dos testimonios o revelaciones sobre Sí mismo a los seres humanos. Uno es el testimonio natural o general, también llamado «Revelación Natural»; el otro es un testimonio especial e histórico, también llamado «Revelación Especial». Es a través de estos testimonios que Dios se ha dado a conocer a los hombres de una forma general y especial.
SOBRE LA REVELACIÓN NATURAL O GENERAL.
A través de la Revelación Natural, Dios ha dejado un testimonio a todos de que hay Dios. Y a través de este testimonio Él ha mostrado Su eternidad, Su poder y también ha dado testimonio de Su gloria y majestad. Este testimonio lo puede encontrar todo ser humano honesto que anda en búsqueda de la verdad, y es un testimonio proporcionado mediante las cosas creadas. Vamos a leer algunos pasajes para afirmar esto.
Miremos el Salmo 19, desde el versículo 1 al 4:
“Al músico principal. Salmo de David.
1 Los cielos cuentan la gloria de Dios,
Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
2 Un día emite palabra a otro día,
Y una noche a otra noche declara sabiduría.
3 No hay lenguaje, ni palabras,
Ni es oída su voz.
4 Por toda la tierra salió su voz,
Y hasta el extremo del mundo sus palabras.
En ellos puso tabernáculo para el sol” (RV 1960).
Este Salmo nos muestra el testimonio de Dios mediante la creación y se nos parte mostrando que “los cielos cuentan la gloria de Dios”. A esta oración se le atribuye la figura llamada prosopopeya[2], la que consiste en presentar cosas inanimadas o animales como si fuesen personas, a ausentes como si estuviesen presentes, y a muertos como si estuviesen vivos[3]. Que sea una personificación (cómo también se le llama a esta figura literaria) no significa que los cielos realmente no «hablen», ni tampoco significa que no hay un «mensaje» en ellos. El versículo tres nos afirma que no hay un lenguaje humano, ni una voz humana, ni palabras humanas; sin embargo, los cielos están hablando y están dando un mensaje, un testimonio. La prosopopeya viene a confirmar que aunque la creación no es persona que hable en lenguaje de hombres, ella está dando un testimonio. En otras palabras, se nos está diciendo que el cielo, que el firmamento, que el día y la noche, la creación en general, están hablando en un lenguaje que no es humano, están dando un testimonio no audible a los oídos, están relatando un mensaje intuitivo, el cual es una revelación e iluminación para el espíritu del hombre.
El testimonio que se da a través de la creación y su detalle, lo podemos ver en las palabras empleadas en el Salmo. Miren, leemos en nuestras traducciones la palabra “cuentan” (en hebreo[4] safár), con esto se nos quiere decir que los cielos relatan un testimonio de la gloria de Dios, pero al mismo tiempo, nos dan una lista de esta gloria.
Con “gloria” (en hebreo[5] kabôd) se nos habla de Su peso, de Su majestad y de Su honra. Quisiera darle una especial atención al sentido de “peso”, pues nos permite entender la centralidad del testimonio. En cuanto a peso, se refiere al gran peso físico de algo o alguien y a la centralidad en la posición que éste tiene[6]. La mejor ilustración de este sentido la encontramos en el sistema solar. El sol tiene tal volumen de masa y tan grande peso, que hace a todos los planetas (incluyendo la Tierra) orbitar a su alrededor. Los cielos nos anuncian el “gran peso” del Señor y Su centralidad. Los cielos nos relatan Su majestad y Su honra, lo cual nos atrae a Él. Los cielos nos llaman a girar a Su alrededor.
Luego se nos dice que “el firmamento anuncia la obra de sus manos”. Con “anuncia” (en hebreo[7] nagád), se hace referencia a relatar, explicar, informar. Es decir que nos relata, explica e informa la obra de las manos de Dios.
Ahora bien, fíjense, la creación nos cuenta y nos anuncia, es decir que la creación da un testimonio. El versículo dos dice que “Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría”. ¿Se dan cuenta? Sigue confirmando que hay un testimonio en la creación, la cual nos cuenta de la gloria de Dios y nos explica la obra de Sus manos. Ahora, al decir “emite palabra” y “declara” está reafirmando que existe este testimonio en la naturaleza.
Mis hermanos, a través de esto nos damos cuenta que la creación está hablando y dando un mensaje, es decir que tiene un testimonio. Este testimonio no se centra en el hombre, no es para explicar el por qué estamos aquí, sino que este mensaje es para mostrarnos la grandeza del que creó todas estas cosas y Su centralidad. Pablo entendió esto muy bien, es por esto que en Romanos 1:20 escribió:
«Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa» (RV 1960).
Como podemos ver, la creación tiene un testimonio que dar respecto a su Creador. Este testimonio nos da a conocer Su eternidad, Su poder y Su exclusividad como Dios, Su trascendencia sobre todas las cosas.
El testimonio o revelación natural que Dios ha dejado en la creación, es considerado general. Que sea general no significa que sea poco importante, sino que Dios ha hablado a todas Sus criaturas pensantes mediante las cosas que hizo. Un testimonio fuera de las Escrituras, pero confirmado por las Escrituras, y que es parte de la llamada Teología Natural[8]. El Salmo 19 y Romanos 1:20 nos muestran la esencia de la revelación general, lo cual se centra en Dios, Creador de todas las cosas, que se revela a través de ella como Dios Eterno (creador del tiempo), Dios Ilimitado (creador del espacio), Dios Espíritu (creador de la materia), Dios Omnipotente (capaz de crear de la nada), Dios Omnisciente (que todo lo sabe y es infinitamente inteligente) que todo hizo con un propósito específico (diseño inteligente) y también conforme a un modelo (tipo) de realidades espirituales que entregan un testimonio general. Este testimonio es a la conciencia de todos los hombres, pero aceptado por los que quieren, pues vemos entre los ateos y antiteistas la búsqueda constante de excusas para evadir el argumento cosmológico[9] sobre un Creador causante de todo[10].
Entonces, con esto, nos damos cuenta que Dios dejó un testimonio natural para todos los hombres, a través del cual revela Su omnipotencia, omnisciencia, trascendencia e incluso Su justa ira, para que los hombres se arrepientan, aunque sabemos que muchos de ellos no lo hacen ni harán (Ap. 9:20-21; 16:9-11).
LAS ESCRITURAS Y LA REVELACIÓN ESPECIAL DE DIOS.
Ahora bien, ¿para qué existen las Escrituras y los ministerios de la Palabra? Esta es una pregunta importantísima que debemos considerar.
Así como existe una revelación general, Dios también ha dado de Sí mismo una revelación íntima, lo cual se conoce como “Revelación Especial”. Esta revelación corresponde a un testimonio íntimo y personal de Dios para que se le pueda conocer más allá de Su grandeza, es decir, poder conocer y entender Su personalidad, Su moral, Su forma de pensar, etcétera.
La revelación que llamamos especial, existe porque a Dios le plació darse a conocer. Esta revelación no es un descubrimiento del hombre, sino que es una revelación e iluminación de Dios al hombre. El ser humano no puede conocer ni entender a Dios, si Él no se le explica. El ser humano no puede comprender los atributos de Dios, si no es Dios el que se interpreta al hombre. Pueden haber muchas opiniones respecto a Dios, pero sólo una revelación especial de Él, la cual debemos entender como oficial. Las Escrituras, mis hermanos, son esta revelación especial de Dios; son la revelación especial y oficial de Dios para darse a conocer y entender de forma íntima al hombre y en un lenguaje que éste pueda entender.
El Salmo 19:3 nos decía respecto al testimonio de la naturaleza que:
“3 No hay lenguaje, ni palabras,
Ni es oída su voz.”
La versión NTV lo tradujo de la siguiente manera:
“3 Hablan sin sonidos ni palabras;
su voz jamás se oye.” (Nueva Traducción Viviente).
Lo que se nos quiere decir es que no hay palabras humanas, sino que es un mensaje intuitivo. Sin embargo, a través de las Escrituras tenemos un mensaje en lenguaje humano, a través de la historia humana y mediante las experiencias humanas con Dios de muchas personas. Todo esto quedó registrado en las páginas de las Santas Escrituras. Cada cosa escrita en estas páginas fue encaminada y conducida por el Espíritu Santo, El cual escogió idiomas, semántica, géneros literarios y también, a las personas adecuadas (2P. 1:21). El mensaje, lo escrito en cada una de Sus páginas, proviene de Dios, de Su interior, de Su voluntad (2Ti. 3:16), y el objetivo de todo esto es que podamos extraer una explicación de cómo es Él; porque si no hay una fuente oficial del conocimiento respecto a Dios, entonces sólo hay especulaciones. O tienes el conocimiento que proviene de la fuente oficial o el de una fuente paralela no oficial. Esto lo podemos observar en la conversación que el Señor tiene con Sus discípulos en Mateo 16:13-17. Allí dice:
“13 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? 14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. 15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.” (RV 1960).
En esta conversación el Señor preguntó quién creía la gente que era Él. Los discípulos le contestaron algunas de las cosas que se comentaban. Luego de esto, les preguntó a ellos qué creían acerca de Él, a lo que Simón Pedro contestó “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Lo que quiero que noten es la respuesta del Señor a Simón, indicando que aquello que él ha declarado es una revelación de Su Padre. Esto nos muestra que podemos tener un parecer humano o podemos tener un parecer que proviene de una operación directa de Dios. Con esto en mente debemos comprender, por lo tanto, que las Escrituras son esta revelación oficial de Dios acerca del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Las Escrituras son esta revelación especial, oficial y directa de Dios para dar una comprensión y entendimiento directo respecto a Sí mismo. El Señor dejó esta revelación registrada en las páginas de las Santas Escrituras para que tuviéramos la versión oficial de la revelación de Dios, dada por Dios, escrita a través de una operación extraordinaria de Dios. ¿Qué dicen los hombres acerca de Dios? ¿Qué dicen los hombres acerca del Padre? ¿Qué dicen los hombres acerca del Hijo? ¿O qué dicen los hombres acerca del Espíritu Santo? El hombre tiene una pseudo-teología originada en sus propios razonamientos o inspirada por la serpiente antigua. Dios habló a Adán y le dijo que si comía del árbol del conocimiento del bien y del mal, moriría (Gn. 2:16-17), pero cuando la serpiente habló a Eva le dijo que esto no era así, que ella no moriría (Gn .3:4). ¿Saben lo que estaba haciendo? Estaba enseñándole a la mujer su propia y falsa teología, le estaba diciendo que Dios era un mentiroso y que tenía miedo que fueran como Él. ¿Lo ven? He aquí una fuente no oficial que opera sobre todos los hombres (Ef. 2:1-3), que los encamina en sus filosofías y pseudo-teologías. Es por esto, queridos hermanos, que existen las Escrituras: con el fin de guardar la revelación que Dios ha dado de Sí mismo.
La Palabra de Dios escrita no ha venido porque al hombre se le ocurrió o quiso (2P. 1:21a), sino que Dios ha querido dar una revelación especial y oficial acerca de Sí mismo. El entrar y disfrutar de esta revelación es lo más alto que podemos hacer. Esto es algo digno de alabanza, según Dios. En Jeremías 9:24 se nos dice lo siguiente:
«Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.» (RV 1960).
El conocer y entender al Señor es digno de alabanza, de regocijo, de alegría. Para esto, Dios ha dejado registrada Su revelación especial y nos ha dado al Espíritu Santo como Hermeneuta y Exegeta para los que hemos nacido de nuevo.
LA RAZÓN DE LOS MINISTERIOS DE LA PALABRA.
Ahora bien, ¿por qué razón existen los ministerios de la Palabra? ¿Acaso no es suficiente con las Santas Escrituras? Claro que sí; pero Dios conoce tan bien las estaciones, las etapas de los hombres, que ha dado servidores para que puedan ayudar en la formación, instrucción, crecimiento, exhortación y advertencia de todos los santos (Ef. 4:10-12). Entendiendo que hay cristianos carnales (1Co. 3:1-4), anímicos (Stg. 1:8) y espirituales (Ga. 6:1). Sabiendo de antemano de los ataques del enemigo (2Co. 11:3) y de los instrumentos de iniquidad, engaño y mentira (2P. 2:1-17; Jud. 1:3-13). Dios no sólo ha invertido en los Textos que contienen Su revelación especial y oficial, sino que también Dios invierte en personas, dotándolas y tratándolas para que le sean instrumentos útiles en Sus manos (Hch. 9:15), militantes que lo aman y sirven voluntariamente en medio de la guerra espiritual que se efectúa (1Ti. 1:18-19; 6:12; 2Ti. 4:7).
Dios ha provisto siervos a Su casa para equipamiento, con el fin de que seamos encaminados a comprender y entender la única revelación especial y oficial respecto a Dios. En Efesios 4:10-16 dice:
“10 El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. 11 Y él mismo constituyó [dio] a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.” (RV 1960[11]).
Mis hermanos, tenemos aquí la explicación del para qué de los ministerios de la Palabra:
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- Para que exista unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios (v. 13).
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- Para que no seamos siempre niños inestables, sino con convicciones claras (v. 14).
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- Para que sigamos la verdad en amor y crezcamos como cuerpo de Cristo, apegados a la Cabeza (v. 15).
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- Para que sirvamos a otros, creciendo juntos y edificandonos en amor (v. 16).
He aquí la razón por la que existen los ministerios de la Palabra.
[1] López, R.A., Orellana, J.C. (2019). Sobre las Santas Escrituras y su lectura (panorámica de Bibliología).
[2] Bullinger, E.W., Lacueva, F. (1985). Diccionario de figuras de dicción usadas en la Biblia. En 2. Figuras de aplicación en cuanto a las personas. Prosopopeya (pp. 711-719). Barcelona: Ed. CLIE.
[3] Ibíd.
[4] Strong, J. Nueva concordancia Strong (exhaustiva). Hebreo-Español #5608 סָפַר safár.
[5] Strong, J. Nueva concordancia Strong (exhaustiva). Hebreo-Español #3519 כָּבוֹד kabôd
[6] Vine, E.W. (1999). Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo. Hebreo-Español, #3519 (בודָכ) kabôd. Ed. Caribe.
[7] Vine, E.W. (1999). Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo. Hebreo-Español, #5046 (נָגַד) nagád. Ed. Caribe.
[8] Iafrancesco, G. (1996). Prolegómenos (1st ed.). Bogotá D. C., Colombia: Autoral.
[9] La cosmología es la ciencia que estudia la composición, evolución y propiedades del universo con el fin de entender su origen y evolución. Esta palabra deriva del griego κόσμος, kosmo, que significa “cosmos, orden”, y λογια, loguía, de logos que indica “estudio”.
[10] Strobel, L. (2005). El Caso del Creador. 1ra ed. Miami, Florida: Editorial Vida.
[11] Corchetes agregados por el autor. Revisado en la versión Reina-Valera 1977.
[12] Reina-Valera 1977. Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing®.
[13] La Biblia de las Américas. Copyright © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation
[14] La Biblia Textual, Edición III. Editorial Holman. Sociedad Bíblica Iberoamericana.